Alguien cálleme… ¡Por favor!

Todos hemos sido callados por lo menos una vez en nuestras vidas. Ya sea que hayamos dicho algo moralmente incorrecto, o que simplemente hayamos hartado a nuestro afortunado oyente, es simplemente imposible salvarse de una buena callada. ¿Pero, qué sucede cuando simplemente no podemos abrir la boca sin que ya nos estén callando? No dudo que una que otra vez nos la merezcamos (unos más que otros jaja), pero, ¿no poder decir absolutamente nada? o poder decir las cosas, pero siempre bajo la amenaza de sufrir las consecuencias de soltar algo «indebido». Para mí, esto nunca significó nada especial, ya que siempre he podido expresarme a mis anchas, aunque no fuera la situación o la forma ideal para hacerlo (generalmente, cuando digo algo que no era el reproche viene después de regarla, no antes). Puedo hablar por teléfono, mandar SMS, e-mails, publicar un blog y muchas otras cosas más sin necesidad de pedir permiso o de limitar lo que digo por miedo a lo que pudiera pasar. Seamos honestos, estamos tan acostumbrados a la libre expresión, que cualquier negación de ésta nos parece injustificada e inconcebible.
Es por esto que hablar de problemas como la censura en China siempre es sinónimo de incredulidad. La costumbre no nos permite salir de nuestra cajita llena de privilegios y ver que hay lugares donde todo aquello que nos parece injusto e imposible sucede. Lamentable y afortunadamente nunca hemos estado lo suficientemente cerca de la situación como para tener la más remota idea de lo que se siente. Digo lamentablemente porque a veces me parece que estamos tan ciegos que no creemos en las cosas hasta que nos suceden; si no somos capaces ni de concebir que en otros lugares haya ideologías y formas de vida, me pregunto como demonios seremos capaces de entender un problema surgido en una ideología diferente a la nuestra con la que no compartimos gran cosa. No quiero decir que yo sea la gran experta en el asunto, pero si hoy escribo estas líneas es porque por lo menos hago el esfuerzo por entender, algo que espero que todo el que lea esto intente hacer. 
Y es que no todo se reduce al derecho a la libre expresión. Podría ser que pudieramos decir lo que se nos antojara, opinar libremente acerca de lo que sucede en el mundo. ¿Será posible lograrlo cuando sabemos que la mayoría si no es que toda la información que recibimos pasa por un filtro y se nos presenta de la forma que quienes están arriba de nosotros quieren que se nos presente? Evidentemente no. La violación a la libertad de expresión automáticamente viola uno de los derechos que a mi parecer es esencial si queremos mejorar: el derecho a estar informados y que la información a la que tenemos acceso sea libre, objetiva y transparente. Nosotros los acostumbrados a la expresión libre tendemos a confiar en todo lo que nos informan los que a eso se dedican. Nunca tomamos por falso lo leído en el periódico o lo visto en las noticias. ¿Pero, qué tal que lo fuera? Nadie nunca considera que los medios de comunicación podrían estar comprados o amenazados; obligados a presentar información falsa, modificada o contraria a la opinión de la gente.
Durante 18 años he contado con la libertad de expresarme como mejor me plazca y durante los mismos 18 años, me he dedicado a tomar esta libertad a la ligera. Es hora de sacarle provecho a algo que nunca antes había considerado como un privilegio. Es hora de hablar en el nombre de todos aquellos que durante mucho tiempo han sido, son y lamentablemente continuarán siendo enmudecidos. La próxima vez que te sientas ofendido(a) porque alguien (sin importar lo dicho o las circunstancias) te calla o reprocha por algo que hayas expresado de alguna manera; piensa que por lo menos tú tuviste la oportunidad de hacerlo aunque no haya sido bien recibido. Hay millones allá afuera que lo hubieran dado todo por tener la misma oportunidad que tú tuviste para decir las cosas. 

Primera entrada de 2 aseguradas

Una vez más me encuentro invadiendo la red con contenido irrelevante, como se me ha hecho costumbre (si no es que adicción). Después de semanas de amenazas, por fin me he conseguido un blog. Ahora que lo tengo, debo decir que no tengo ni la más mínima idea sobre que voy a hacer con él. Sé que algo se me tendrá que ocurrir, pero aún así me pregunto: ¿realmente necesitaba un blog?, o será que una vez más fui víctima de las modas pasajeras (tengo las respectivas cuentas para demostrarlo). De las ventajas de tener un blog he escuchado lo suficiente como para creer fervientemente en su utilidad: que si para mejorar eso de la estructura de los pensamientos, que si para compartir ideas, pesamientos y opiniones o simplemente para matar el tiempo de una forma un poco más productiva. Lo que no sé, es si seré capaz de mantener un compromiso con una cosa como ésta; quién me asegura que de aquí a un mes voy a seguir con esto y no lo voy a abandonar o lo que sería peor, a postear puras babosadas por compromiso.


Antes de seguir con las predicciones pesimistas y autodestructivas, debo decir que la atroz cantidad de tiempo y esfuerzo que he dedicado a mi nuevo cuartel en la red durante los pasados días es suficiente como para hacerme seguir con esto un buen rato más (que valga la pena el esfuerzo). Creo que el haber invertido horas de mi tiempo en Internet sólo para encontrar el template ideal y el haber aprendido un poco de HTML, XML y CSS sólo para darle el aspecto perfecto al asunto son indicadores de que me lo estoy tomando en serio. Estoy empezando a pensar que después de todo esto del blogging no está tan mal y que vale la pena que lo intento. Que conste que en ésta, mi entrada inaugural, declaro que no me comprometo a nada; no vaya a ser que empiecen a hacerse expectativas.

Sin embargo, por lo menos una entrada más si se las garantizo, ya que navegando por la red, para matar el tiempo como es costumbre, me encontré con una oferta que no pude rechazar. Gracias a este descubrimiento, junto con algunos sucesos ocurridos durante el transcurso de la semana, hoy me encuentro escribiendo estas líneas, ya que mi participación dependía de que fuera parte de la blogósfera. Hace bastante tiempo, recibí una invitación en Facebook para unirme a la causa de Amnesty International. Además de unirme, me registré en el sitio de internet (de las pocas veces que me he registrado en algo que valga la pena) y cada cierto tiempo comencé a recibir correos acerca de las causas que apoyan y de lo que se puede hacer desde la red. El punto es que hace no tanto tiempo, recibí un correo que me invitaba a bloggear acerca de los derechos humanos en un día específico bla bla bla. Al investigar un poco más del asunto llegué a una página llamada Bloggers Unite que al parecer busca aprovechar el poder de la blogósfera para hacer del mundo un lugar mejor. 

Bloggers Unite

El próximo evento de este sitio como podrán imaginarse, será realizado en conjunto con Amnesty International y es bastante sencillo: El 15 de mayo, todos aquellos que nos hayamos registrado escribiremos acerca de un tema relacionado con los derechos humanos. La elección del tema es libre; sin embargo en la página sugieren 3: China, Guantanamo Bay y Darfur. Únanse, y si no, pues por lo menos regresen el 15 de mayo a ver que escribí.